LA LUNA
Aquella noche, mientras todos
dormían, Ginebra sintió que su alma salió a pasear.
Ésta vez de dirigió hacia
el mar.
Era de noche, el mar estaba en calma,
el sonido de las olas la relajaban.
Un lugar estupendo para poder meditar.
Ella
ya sabía que la soledad es amiga de uno mismo y que sólo en el silencio de la
soledad uno encuentra sus grandes cambios.
Decidió quitarse las sandalias y
empezar a caminar mientras que las olas la mojaban sus pies. Sólo eso, la
arena, las olas, el agua, los pies… y un paso más.
Mientras caminaba miró al cielo, se
podían ver claramente las estrellas, era como estar mirando a través de un
telescopio el Universo y se preguntó, quién habría podido crear éstas
maravillas de la vida.
Se paró y se giró hacia el mar. Vio que el mar estaba iluminado de una Luz inmensa, blanca, muy blanca. Radiante.
Siguió con la vista hacia el horizonte y allí encontró a La luna. Una Luna
llena, enorme. Parecía que había salido sólo para ella.
Allí estaban el cielo,
la luna, el mar y ella.
"Era un regalo de la Naturaleza".
Pensó que podría haber
sido maravilloso fotografiar aquella imagen, pero al momento se dio cuenta que
lo que estaba viviendo en ese instante, era para que lo disfrutara en presente y
lo guardara en el álbum de sus grandes recuerdos.
(Ginebra sabía a quién debía contarle, a su regreso, lo que estaba viviendo. Años atrás se lo habría contado a
todos y habría tenido que justificarse ante muchos, pero eso ya lo había
aprendido y ahora sólo compartía sus experiencias con quienes las entendían y
si en algún momento las compartía con alguien que no comprendiera, no se
justificaba, sólo dejaba que la vida enseñara a cada uno lo que debía aprender.)
Aquella luna, era especialmente
bonita. Era una luna llena con un vestido de gasa alrededor redondo que le
hacía aún más grande.
Mientras miraba la luna y sin pensar
en nada más, se recogió su vestido y mientras doblaba las piernas se sentó
sobre la arena.
Pensó: Si la luna es única y
maravillosa, ¿podrá hablar?
Entonces dijo: Hola Luna¡¡¡
Esperó durante un rato, pero no
obtuvo respuesta. Quizás la luna habría salido sin ganas de hablar, o quizás es
que no sabía.
Ya no tenía frío, se quitó su
chaqueta de lana blanca, la dobló y la utilizó de almohada, mientras seguía
mirando fijamente la luna y su reflejo en el mar.
Recordó lo que su madre le decía sobre la luna cuando
era pequeña. Mamá le contaba que la Luna, era la novia del Sol. El Sol, tenía
energía masculina, Yang y la Luna energía femenina Yin. Cuando Dios creó el
Mundo, ellos dos querían estar juntos, pero Dios les dijo que no podía ser
porque la Tierra necesitaba de los dos y no podían salir al mismo tiempo ...La Diosa de Hojalata
Charo Sacristán "mi libro"
Terapeuta holística
Psicoterapeuta emocional
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